Bitcoin ha sido repetidamente criticado por distintos factores. Comunes son las acusaciones de que se trata de una estafa, de una burbuja financiera, incluso de una moneda para delincuentes. Todo esto puede ser refutado con facilidad por cualquier bitcoiner promedio, pero, ¿qué hay sobre las acusaciones de ser muy poco amigable con el medio ambiente?
A principios de 2018, el economista mexicano Agustín Carstens, Gerente General del Banco de Pagos Internacionales, tildó a Bitcoin como “una combinación de una burbuja, un esquema Ponzi y un desastre ambiental”. Las primeras acusaciones ni siquiera cuadran muy bien con la naturaleza de Bitcoin como sistema informático, pero la última ha sido puesta sobre la mesa en repetidas ocasiones y no solo por Carstens.
En la actualidad, la comunidad cripto afronta de nuevo los fantasmas del pasado desde la personalidad más inesperado de todos, Elon Musk. El CEO de Tesla ha sido un defensor del uso de las criptomonedas culminando con la compra de Bitcoin por Tesla, sin embargo todo parece haber cambiado cuando Musk dió la orden de declinar BTC como forma de pago para los automóviles eléctricos. La razón para tal cambio de retórica, el daño medioambiental que crea la minería de Bitcoin. De nuevo, Bitcoin y su supuesto daño al medio ambiente está en el asador en el debate público.
Ciertos informes alarmantes sugieren que Bitcoin ha llegado a consumir más energía que 159 países en conjunto [Powercompare], mientras que un artículo académico de la revista científica Nature Climate Change llegó a establecer que Bitcoin podría elevar 2 °C extras la temperatura global en poco menos de treinta años. Cabe mencionar que este último reporte fue bastante criticado por su falta de rigurosidad metodológica.
¿Pero es cierto que Bitcoin podría hacer esto? ¿Y cómo? La clave está en la electricidad.
Minería y energía
No es que Bitcoin se trate de una máquina que escupe humo negro a los cielos, así que, ¿cómo es que podría contaminar el medio ambiente, si ni siquiera se puede tocar? El problema surge de la cripto-minería, que es el procedimiento mediante el cual se confirman todas las transacciones y se emiten nuevas unidades de moneda. En la minería de bitcoins se aplica un sistema conocido como Prueba de Trabajo (PoW), mediante el cual los mineros (que pueden ser cualquier persona con los equipos necesarios) tienen que gastar poder computacional para resolver el “trabajo” exigido por el sistema antes de validar cualquier operación y emitir nuevos BTC.
“la energía es el factor que contribuye principalmente al cambio climático y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”.Entonces, el argumento en contra de la minería es que, a mayor cantidad de exigencia energética, mayor cantidad de emisiones dañinas son liberadas al ambiente. Claro que la minería de bitcoins no es, de ni lejos, la única actividad que requiere de una gran exigencia energética.
Cifras y comparaciones
Lo cierto es que necesitamos electricidad para la mayor parte de las actividades humanas, no solo para la cripto-minería. Así que el Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge creó un índice comparativo entre la energía gastada por Bitcoin contra la energía gastada por otras actividades e industrias. Una comparativa destacable es que Bitcoin podría trabajar 2.5 años con la electricidad consumida anualmente por los electrodomésticos conectados pero inactivos solo en Estados Unidos. Seguramente, si añadiéramos la energía de los electrodomésticos inactivos en el resto del mundo, Bitcoin podría trabajar por muchos años más. En la misma línea, la tradición de encender luces de Navidad solo en Estados Unidos consume una cifra muy similar a la energía que Bitcoin necesita por un mes. [Center for Global Development]
¿Vale la pena?
Considerando todo lo anterior podemos vislumbrar una verdad inevitable: casi todo lo que hacemos requiere de energía y la producción de esa energía puede llegar a ser contaminante. Por tanto, casi todo lo que hacemos puede contaminar. La verdadera pregunta es si realmente vale la pena. Cada actividad tiene sus beneficios y sus desventajas. Así, por ejemplo, se ha calculado que al menos 20% de nuestra huella de carbono total proviene de los alimentos que comemos todos los días. [Greenneatz] ¿Dejaremos de producir comida entonces? La respuesta, por supuesto, es no.

Usos eficientes
Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la mayor parte de la producción energética proviene de combustibles fósiles, como petróleo, carbón y gas natural. Solo un 18.7% proviene de fuentes renovables, como combustibles orgánicos y energía hidroeléctrica.

¿En conclusión?
El sistema de Bitcoin, por sí mismo, no es contaminante. Lo que puede (o no) ser contaminante es la fuente de la energía utilizada para llevar a cabo el proceso de cripto-minería. Ahora bien, sin duda es cierto que Bitcoin consume bastante energía y, de masificarse aún más su uso, consumiría hasta 30 veces más que la industria bancaria. Claro que es necesario mencionar que Bitcoin aún es un sistema bastante nuevo y aún no está preparado en absoluto para atender a los miles de millones de personas a las que actualmente sirve la industria bancaria, por ejemplo. Quizás uno de los mayores problemas que enfrenta Bitcoin de cara al futuro es su escalabilidad (capacidad de crecimiento). Sin embargo, este es un trabajo en proceso: propuestas como la Lightning Network pueden agilizar su sistema y admitir cada vez más usuarios.
Descargo de responsabilidad
Descargo de responsabilidad: De acuerdo con las pautas de Trust Project, este artículo de análisis de precios tiene solo fines informativos y no debe considerarse un asesoramiento financiero o de inversión. BeInCrypto se compromete a brindar informes precisos e imparciales, pero las condiciones del mercado están sujetas a cambios sin previo aviso. Siempre realice su propia investigación y consulte con un profesional antes de tomar cualquier decisión financiera.

Isabel Perez
Profesional en Letras en el criptomundo desde 2016. Escritora, investigadora y bitcoiner. Venezolana viviendo en Colombia, interesada en la cacería de estafas. Trabajando por un mundo mejor, con más descentralización y café.
Profesional en Letras en el criptomundo desde 2016. Escritora, investigadora y bitcoiner. Venezolana viviendo en Colombia, interesada en la cacería de estafas. Trabajando por un mundo mejor, con más descentralización y café.
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