El venerado Satoshi Nakamoto trajo al mundo algo más que Bitcoin y blockchain; además introdujo a la siguiente generación un bien más preciado que el oro, nos hizo replantear el significado del dinero y sobretodo el poder que tiene la donación anónima, la obra benéfica más pura que pueda existir. Esta acción se traduce en la biblia de las criptomonedas, el whitepaper de Bitcoin.
Satoshi Nakamoto es el alter ego de la persona (o grupo de personas) que desarrolló Bitcoin. Desde que Nakamoto decidió seguir adelante con una idea que proyectaba crear un A Peer-to-Peer Electronic Cash System (Un sistema de dinero electrónico P2P entre iguales), la criptomoneda engendrada por él, ella o ellos se ha expandido más allá de lo imaginable.
El origen y el concepto de Bitcoin
Desde sus comienzos, en la comunidad cypherpunk el concepto de Bitcoin comenzó a gestarse en los años 90 envuelto con un carácter transgresor y revolucionario, su nacimiento posterior ocurrió en el 2008 en plena crisis financiera, su primer uso tangible fue en algo tan banal como la compra de una pizza por 10.000 BTC en el 2010 y en la actualidad los inversores institucionales, abanderados por MicroStrategy entre muchos otros, están abalanzándose sobre Bitcoin aclamando “tonto el último”.
Parece que estemos viviendo un sueño hecho realidad para los inversores como para los creyentes de Bitcoin.
Para muchos, Bitcoin sólo supone un medio para enriquecerse o un valor refugio. Estos motivos son legítimos en sí mismos, pero en realidad para Nakamoto, como personalmente para este escritor, son finalmente intrascendentes.
El verdadero poder de Bitcoin es el concepto detrás del proyecto, la libertad individual financiera. La libertad en uno de lo bienes que todo individuo de este mundo utiliza diariamente, el dinero. Uno de los símbolos mas absoluta de la libertad.
Adicionalmente, el soporte de tal concepto está basado en una de las expresiones más potentes de la inteligencia del ser humano, la tecnología.
Difundiendo el huevo de oro por el amor al arte
Nakamoto no ha querido, por ahora, lucrarse con el lanzamiento de su producto, renunciando a casi un millón de unidades de Bitcoin según el estudio de Sergio Demian Lerner titulado “La merecida fortuna de Satoshi Nakamoto, creador de Bitcoin, visionario y genio”. Las personas detrás del proyecto han llegado a acumular virtualmente el monto total de 40,000,000,000 de dólares.
Los creadores de Bitcoin tenían un mero objetivo, que se asemeja al de un misionero de antaño, la distribución de un bien preciado como regalo a la humanidad.
Bitcoin fue registrado bajo la Licencia MIT, donde se lee:
“Se concede permiso por la presente, libre de cargos, a cualquier persona que obtenga una copia de este software y de los archivos de documentación asociados (el «Software»), a utilizar el Software sin restricción, incluyendo sin limitación los derechos a usar, copiar, modificar, fusionar, publicar, distribuir, sublicenciar, y/o vender copias del Software, y a permitir a las personas a las que se les proporcione el Software a hacer lo mismo, sujeto a las siguientes condiciones:
– El aviso de copyright anterior y este aviso de permiso se incluirán en todas las copias o partes sustanciales del Software”.
Equiparándose a un mandamiento, esto se realizó para que la tecnología como su concepto llegase a cuanta más gente posible bajo la premisa de la difusión. Bitcoin es un software creado por personas y no por una corporación o un grupo de la élite, creado por la gente para la gente.
Los falsos profetas y el afán del protagonismo de Craig Wright
La práctica del falso profeta se remonta hasta el origen de la humanidad. Las libertades son positivas para la sociedad, pero desgraciadamente la naturaleza humana siempre encontrará a personalidades que los ha abusado.
Uno de los precios a pagar por la libertad, es aceptar que habrá individuos que querrán aprovecharse de ese territorio abstracto sin reglas proporcionada por esa liberación. En el espectro del ecosistema cripto, Craig Wright es uno de esas personas.
Craig Wright es un falso profeta que pretende atropellar el nombre de Satoshi Nakamoto y el concepto creado con Bitcoin, aclamando ser él mismo el creador del “efectivo digital”. ¿Con qué propósito? Económico, narcisismo, egocentrismo o meramente para no sentirse sólo en este nuevo mundo dirigido hacia la descentralización.
Desde mi humilde atril, pido a la comunidad que esta persona no reciba mayor atención, debido a que en mi opinión eso es lo que le alimenta. Le vislumbro gozándose mientras observa como la comunidad cripto, aunque sea por un segundo, gire sobre él.
En honor a Satoshi Nakamoto, la comunidad cypherpunk, los desarrolladores que sustentan el proyecto y a cada individuo de la sociedad que tiene las puertas abiertas a participar en este nuevo paradigma, me dispongo con el mismo espíritu que el movimiento original a poner a disposición una copia y compartir la nueva biblia de la era digital, el whitepaper de Bitcoin por Satoshi Nakamoto.
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