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El Metaverso como concepto. ¿Qué valor percibido consideramos?

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EN RESUMEN

  • ¿Se encuentra el valor percibido sobrevalorado, como si se tratase de una nueva burbuja financiera?.
  • Las marcas ya se posicionan dentro de los metaversos.
  • Gracias a la tokenomía derivada de la tecnología Blockchain, podemos esbozar un plan donde se reúnan las reglas en las que todos tengamos opción de ser ganadores.
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Cada día redunda en las noticias el fenómeno del Metaverso y todo su supuesto potencial. Como siempre el ruido impide pensar con claridad acerca de que debemos considerar en el momento de participar de alguna manera en todo ello.

Según Gary Armstrong y Philip Kotler:

“El valor percibido es la evaluación del cliente respecto a la diferencia que hay entre todos los beneficios y todos los costes de una oferta de mercado en comparación con las ofertas de la competencia”.

Entonces, si nos apartamos del “hype” social por participar en algo nuevo y el “fomo” derivado de la fase embrionaria y puramente especulativa en los mercados de NFTs, ¿Se encuentra el valor percibido sobrevalorado, como si se tratase de una nueva burbuja financiera?.

NFT burbuja

Tal vez la respuesta se encuentre en analizar qué ha sucedido en las apuestas del pasado. No vamos a entrar en detalle sobre la Holanda del siglo XVII, el lugar donde actualmente se exportan más de 6.000 millones de euros en floricultura, aportando el 5% del PIB del país y representando el 80% del mercado global de flores cortadas y bulbos. Es un tema demasiado manido. Tampoco vamos a hablar de lo pasado con aquellas “Punto com” y su capitalización de 17.000 millones de dólares al cierre de 2019, antes de los planes zombificantes de la FED y al aterrizaje del COVID-19 en nuestras vidas.

Por lo que analizando lo sucedido y acompañados del espejo retrovisor, encontramos recurrentemente una explosión donde saltan por los aires compañías e inversores y en donde se retiene un sedimento con una propuesta realmente útil que germina posteriormente. Es como una selección natural. Para nosotros, la cuestión es evaluar acertadamente hoy lo que preservará nuestra decisión en el futuro. En otras palabras, apostar por nuestro criterio fundamentado al margen de la especulación y ruidos transitorios.

Considero que formará parte de una burbuja todo aquel metaverso que no ofrezca incentivos reales a cambio de atraer la atención continuamente. Es decir, que el valor percibido por cada partícipe sólo será positivo si el proyecto halla la manera de retener la atención del consumidor en el largo plazo.Actualmente, muchos y diferentes están en desarrollo, recorriendo su hoja de ruta en torno a los NFTs. Estos populares tokens irrepetibles representan la propiedad de un activo, tangible o no, dentro de una cadena de bloques descentralizada. Cada proyecto los esgrime como mejor considera, pero sin tener la certeza absoluta sobre si todo quedará en la venta inducida por una moda, en muchos casos burbujeante.

¿Comprar un terreno en Decentraland o en The Sandbox sirve para algo más que especulación “metainmobiliaria”?

Salvo los poseedores de una bola de cristal mágica, nadie asegura que, con nuestro adquirido pedazo de paraíso descentralizado, tendremos opción de obtener algún beneficio futuro. Tal vez, una marca la adquirirá para emplearla en algo que le sirva comercialmente y recuperemos nuestra inversión junto con los réditos, en el mejor de los casos. Desconocemos si tendremos opción de explotar este trozo de metaverso por nuestra cuenta en una actividad económica que nos remunere. Pero para ello necesitamos un volumen de consumidores futuros, tal como en la vida tradicional. Cuando el hype pasa, el viento mueve las miradas.

Metaverso

Las marcas ya se posicionan dentro de los metaversos. Es comprensible que deban situarse en la continuidad de su plan de acompañamiento enfocado a los consumidores, pero un lugar donde solo transiten matojos rodantes no es idóneo para un plan de inversión a 5 años vista.

¿Por qué se escucharán grillos en muchos proyectos de virtualización social?

Seguramente por la falta de utilidad. De un lado tenemos a las marcas y del otro lado a los usuarios. Los primeros quieren atraer a los segundos y estos quieren rodearse de sus favoritas, pero mientras disfrutan experimentando de un ecosistema completo donde la piedra angular es el avatar, junto a todas sus capacidades en el entorno. Sin pensar inicialmente en la jugosa idea de interoperar entre diferentes metaversos.

Pensando en un orden con cierto sentido; primero personalizamos nuestro avatar básico, le aportamos cosméticos de marcas reales (ropa, complementos, estilismo, útiles del propio lugar…) y posteriormente participamos en situaciones que generen emociones positivas (asistir a contenidos streaming en exclusiva o competir en un encuentro a nivel mundial, por ejemplo). 

Con el paso del tiempo también queremos evolucionar y nuestro avatar es el centro de nuestra atención, nuestra representación del ego digital y a partir de él llega el resto. El apego a lo vivido virtualmente genera un arraigo al entorno, permitiendo fortalecer al ecosistema que se construye como cualquier sociedad, cimentada a fuego lento y elaborada de manera orgánica, con sus aciertos y desatinos. El arraigo se garantiza si incluimos el factor económico, incentivador del nacimiento de un consumo circular dentro del ecosistema digital que afiance el proyecto.

¿Cuál sería un posible buen enfoque?

Tengo la certeza de que un metaverso debe contar con una utilidad que lo vincule emocionalmente con sus partícipes y la industria del gaming y los eSports puede ser clave en todo ello. No solamente gamificando la experiencia con las marcas, sino planteándolo sobre un videojuego. Un sector que ingresó globalmente 165.000 millones de dólares en 2020, el año donde el consumo de contenido digital aumentó exponencialmente. Creo que todos conocemos las causas.

Hasta no hace demasiado tiempo, un videojuego ofrecía una economía pseudo real dentro de su entorno y los ávidos jugadores construían una, en paralelo, dentro de mercados negros donde se comercializaba con cosméticos, bajo el riesgo de penalización por incumplir las normas. El planteamiento carece de la fórmula donde un participante se vea recompensado a cambio de invertir su tiempo, salvo por la gratificación de la experiencia per se. Por lo tanto, la gran mayoría de los beneficios económicos eran acaparados por el equipo de desarrollo.

Videojuegos blockchain

Actualmente, gracias a la tokenomía derivada de la tecnología Blockchain, podemos esbozar un plan donde se reúnan las reglas en las que todos tengamos opción de ser ganadores.

Por la parte del jugador y al margen de la satisfacción de participar en una actividad de ocio colectiva, es beneficiado económicamente por contribuir en las dinámicas del videojuego. Recibe una contraprestación por ello y puede utilizarla fuera del mercado propio e intercambiarla por monedas fiduciarias como Euro o Dólar, al tener el token un valor cotizable en bolsas centralizadas y descentralizadas. Es decir, intercambia su tiempo por dinero como ya lo hace en cualquier empleo interviniendo en roles y dinámicas propias.

Disponer de la oportunidad dentro del ecosistema, empleando nuestro saldo acumulado en la compra de cosméticos y útiles, sería más propio de un jugador acérrimo, pero ¿qué hay del participante más generalista? Sin duda en donde entran las marcas. Ofreciendo soluciones de consumo híbridas que permitan al usuario disponerlas dentro y fuera del videojuego. Tal vez, un restaurante de comida rápida nos ofrezca productos que mejoren la capacidad de baile de nuestro avatar y a la par nos haga llegar a casa la cena mientras que disfrutamos del concierto en exclusiva, de un top 10 de la revista DJMag, dentro del auditorio del metaverso en cuestión y junto a los avatares de amigos. No sería un mal combo.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar

Sin duda, estamos ante las puertas de una economía dirigida por los propios integrantes en la que ellos tienen los incentivos suficientes para experimentar sostenidamente en el tiempo con su avatar dentro de un ecosistema que le proporciona recursos de ocio y negocio. Por lo que podemos estar hablando de un punto de equilibrio donde se reúnen los usuarios, las marcas y los desarrolladores.

Metaverso

Videojuegos actuales como Fortnite, Minecraft o Roblox ofrecen una importante capa social gamificada, pero la parte económica descentralizada es algo en lo que todavía tienen un camino por hacer. En contraposición y buscando la perspectiva desde nuestro panorama hispanohablante encontramos a Outer Ring, un MMORPG de origen español que reúne los ingredientes para convertirse en una solución convincente de futuro y que muestra una respuesta positiva cuando hablamos de valor percibido por cumplir con la intersección formada por los tres agentes antes mencionados, jugadores, marcas y desarrolladores.

El futuro del Metaverso se antoja lejano, exótico y salvaje como el “Viejo Oeste” donde la fiebre del oro puede llevarnos a cometer errores solo por perdernos mirando cómo flotan las burbujas.

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Héctor Abril
Héctor Abril es consultor de proyectos para Internet desde hace más de 15 años en la firma XenonFactory, colaborando con amplio abanico de sectores. Experimentado en proyectos de comunicación digital para instituciones públicas y privadas a través de OlaVoz. Colaborador tecnológico en proyectos de base descentralizada como Bamboo DeFi y Outer Ring MMO.
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