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Facebook vs redes descentralizadas: privacidad a la orden

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Una de las grandes ventajas de las blockchains, cuando menos de la mayoría de ellas, es la descentralización. Esto implica que no existe ninguna compañía, organización o individuo que pueda controlar del todo una red y, por tanto, esta es resistente a la censura… y al mal uso de datos personales de los usuarios. Algo de lo cual Facebook tiene un largo historial.
Recientemente, surgió la noticia de que las autoridades en India podrían establecer nuevas regulaciones con respecto a las compañías de redes sociales y los proveedores de aplicaciones de chat instantáneo. Por supuesto, una esas compañías y de esos proveedores (quizás el más popular) es Facebook. Firma que, por cierto, también es dueña de WhatsApp. Si se aprobasen esas nuevas propuestas en India, Facebook (y WhatsApp) estaría obligado a identificar a todos sus usuarios, rastrear su contenido y, de solicitársele, compartir estos datos con las autoridades. Esto tiraría al piso la promesa de encriptado de fin a fin de WhatsApp y empeoraría aún más las pobres medidas de privacidad que los usuarios ya tienen en Facebook. Pero lo peor sería que esta medida no se quedara solo en India. Actualmente, Facebook opera en casi todo el mundo, cuenta con más de 2.500 millones de usuarios, llega a casi 40 mil empleados, supera 83 millones de fotografías subidas a diario y se ubica en el puesto número 4 entre las páginas más visitadas del mundo según el ranking de Alexa. Esos son bastantes datos personales que compartir. Por desgracia, esta sería solo otra baja más de privacidad en Facebook, pero de ninguna forma la primera. Probablemente, tampoco la última.

Fallos de privacidad

El nombre de Cambridge Analytica resuena desde 2018, pero no es ni de lejos el único problema de privacidad que ha presentado Facebook. En 2007 la empresa recibe su primera demanda colectiva por añadir las actividades de sus usuarios en otros sitios web a los perfiles de Facebook, de manera automática y sin permiso, en un intento de monetizar estos datos. Por ello terminó pagando 9.5 millones de dólares, aunque los problemas apenas estaban empezando. Para 2011, la Comisión Federal de Comercio (FCT) estadounidense inició una investigación oficial con el fin de establecer cómo la información de los usuarios estaba siendo tratada en la plataforma. Esta medida se dio a raíz de una preocupación colectiva sobre la posible fuga de datos personales. Tal vez debido a todo ello, Facebook optó por pagar esa información personal directamente. Así, en 2016, su Proyecto Atlas ofrecía a usuarios entre 13 y 35 años unos 20 dólares al mes a cambio de toda su data personal dentro del mundo digital, incluyendo uso de aplicaciones, historial de navegación web, historial de búsqueda web, historial de ubicaciones, mensajes personales, fotos, vídeos, correos electrónicos e historial de pedidos de Amazon. La caza por la monetización de estos datos —nuestros datos— se hizo aún más evidente. Facebook no es tan gratis: los usuarios son el producto.

Cambridge Analytica

El escándalo más sonado sobre la privacidad y protección de datos en Facebook ha sido, por supuesto, el que incluyó a la firma británica hoy extinta Cambridge Analytica. Esta era una agencia de consultoría política que se aprovechó de los datos recabados sin permiso a través de Facebook para beneficiar a sus clientes, entre los que se contaron candidatos presidenciales de varios países. Por medio de la app “thisisyourdigitallife”, creada por Aleksandr Kogan, investigador del Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge; la compañía recabó —sin permiso— datos como ubicaciones, “me gusta”, lista de amigos, red de conocidos y mensajes privados por parte de unos 87 millones de usuarios. Estos los utilizó para dirigir publicidad especializada sobre sus tejemanejes políticos, al punto de que se la acusó de manipular a favor de Donald Trump las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016. De acuerdo a Mark Zuckerberg, fundador y CEO de la red social, para diciembre de 2015 (tres años antes de que el escándalo saliera a la luz) ellos descubrieron lo que esta app estaba haciendo realmente y se borró de la plataforma. Asimismo, también solicitó pruebas del borrado de datos obtenidos de forma indebida a Kogan y Cambridge Analytica, lo que supuestamente ellos cumplieron. Pero ya nadie puede estar seguro. Si no es “thisisyourdigitallife”, ¿acaso no podría ser otra aplicación con las mismas funciones? Por eso también ha resultado alarmante su proyecto de criptomoneda propia, la Libra. Facebook ya no solo tendría acceso al contenido de sus usuarios, sino también a sus datos financieros. Con todos estos fallos, dejar en sus manos la data más sensible de más de 2.500 millones de personas no parece la mejor de las ideas.

Redes descentralizadas

El gran problema de las plataformas centralizadas, como Facebook, es que cuentan con un único punto de fallo. Teniendo ellos el control absoluto de la red, pueden hacer lo que quieran —incluso rastrearte o censurarte— y tienden a fallar mucho más. En 2019, Facebook, junto a sus marcas Instagram y WhatsApp, tuvieron varias caídas a nivel global, solo por ejemplo. Otra amenaza a la privacidad y protección de los datos de los usuarios es que a una compañía se le puede solicitar que comparta esa información en cualquier momento, con la excusa de la seguridad nacional. India no sería ni el primer país ni el último en hacer esto. Quizás el primero fue, de hecho, Estados Unidos: en 2013 se filtra el programa gubernamental PRISM, cuya meta principal era la vigilancia global por medio de Internet. Y una de las empresas involucradas en PRISM fue, por supuesto, Facebook. Las empresas, como único punto de fallo, pueden —y suelen— fallar en la protección de los datos de los usuarios; ya sea por errores internos o por exigencias gubernamentales. Las redes descentralizadas —basadas en blockchains— podrían resolver ese problema, pues el poder no es absoluto para los administradores, sino que está distribuido entre toda la comunidad. Como llegó a explicar David Vorick de la red Sia:
“La premisa de una red descentralizada es que no hay puntos únicos de fallo. Y, “punto único” en subestimar el concepto. En realidad, la meta es que docenas de cosas podrían salir mal al mismo tiempo sin causar ninguna desaceleración o fallo notable, y sin poner los datos o dinero de cualquier persona en situación de riesgo”
Es usual, también, que los líderes de estas redes no tengan ninguna clase de acceso a los datos personales y fondos de los usuarios, que son controlados únicamente por ellos mismos. En caso de una falla de software en alguno de los nodos participantes de la red, los demás podrán hacerse cargo. En caso de que algún gobierno pretenda imponer censura o solicite información personal, en realidad no tendría cómo pedirlo racionalmente: el poder está distribuido, así que nadie lo controla para poder censurarlo o recopilar datos sin permiso.

Alternativas

Ya existen diversas redes sociales basadas en blockchain que no solo están diseñadas para resistir a la censura, sino también para proteger los datos personales, contenido y fondos de sus usuarios. Quizás la más popular de ellas es Steemit, que cuenta con dos tokens propios para premiar por contenido y comentarios a todos sus usuarios. Aunque no es la única. Más similar a Twitter está la plataforma Minds, que también cuenta con su propio token para premiar a los usuarios por su actividad en el sitio. Además, se toma la privacidad muy a pecho: no es posible rastrear allí ningún tipo de dato personal. MeWe es otra red enfocada en privacidad. Su lema, de hecho, es “Not4Sale”, para aludir a que los datos personales de los usuarios nunca deberían estar a la venta. Redes similares también son Mastodon, Sola, Indorse y Ponder; de las cuales la mayoría ofrece recompensas en tokens por contenido a sus usuarios. Bien es cierto que aún no son tan populares como Facebook, Twitter o Reddit, pero sin duda ofrecen un mejor camino para la protección de datos personales y privacidad. Cuando menos, se te garantiza que tus datos no serán vendidos, robados y tampoco utilizados para manipular tu opinión, lo que no es poca cosa.

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Isabel Perez
Profesional en Letras en el criptomundo desde 2016. Escritora, investigadora y bitcoiner. Venezolana viviendo en Colombia, interesada en la cacería de estafas. Trabajando por un mundo mejor, con más descentralización y café.
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