Vivimos tiempos de incertidumbre. En los últimos años la sociedad española ha sufrido una crisis económica internacional, una pandemia global y una guerra en el este de Europa que ha obligado a la UE y a sus aliados de la Alianza Atlántica a redefinir sus prioridades estratégicas en este nuevo escenario de seguridad internacional.
Ante todos estos acontecimientos, es normal que gran parte de la sociedad española no haya podido prestar la suficiente atención al cambio que se está viviendo en las instituciones comunitarias en torno a la idea de crear un dinero digital totalmente público y exento de riesgos.
Me refiero al euro digital, una disrupción tecnológica que puede devolver a la banca central la capacidad de crear todo el dinero de nuestra economía.
Y es que en la actualidad, más del 90% de la masa monetaria es creada por los bancos comerciales en su actividad diaria. Un factor que entraña grandes riesgos para la economía al ser este un dinero privado (los depósitos bancarios) que puede llegar a colapsar.
Para evitar estas situaciones de quiebras y colapsos económicos, el Estado ha creado una gran cantidad de protecciones, privilegios y regulaciones (como el fondo de garantía de depósitos o las regulaciones prudenciales) que han sido y siguen siendo necesarias para evitar los problemas que pueden surgir con ese dinero digital privado e inseguro.
Sin embargo, la situación ha cambiado. En los últimos años han surgido nuevas tecnologías que permiten crear un dinero digital público accesible a todos los ciudadanos europeos y que permiten deshacernos de activos financieros frágiles como los depósitos bancarios.
La tenencia del euro digital no debería limitarse
Se crearía así un dinero digital público, soberano y exento de riesgo. Una divisa electrónica que llegaría a las personas a través de una amplia gama de intermediarios financieros (autorizados por el BCE) para custodiar y guardar los euros digitales.
Este tipo de euro digital no debería tener un tipo de interés negativo ya que de tenerlo, la ciudadanía europea perdería capacidad de ahorro con el paso del tiempo. Por otro lado, no debería fijarse un límite a las tenencias de euro digital. Se ha hablado de la posibilidad de poner un límite de 3.000 euros.
En mi opinión esta idea no es adecuada ya que no se le debería fijar límites a un avance tecnológico que bien diseñado puede ser beneficioso para la sociedad y que está exento de riesgo (a diferencia de lo que ocurre con los depósitos de los bancos comerciales, ya que el fondo de garantía de depósitos sólo garantiza hasta 100 mil euros por cliente y banco).
Las bancos comerciales se verán obligados a adaptarse
Es entendible que la llegada del euro digital provoque ciertas reticencias a las entidades comerciales. Lógicamente, la adaptación del sector bancario tiene que ser gradual y no puede realizarse de forma acelerada ya que podría afectar al sistema financiero actual.
Por esa razón, los bancos deben adaptarse y cambiar su modelo de negocio para poder competir con los nuevos jugadores en la emisión de crédito y en los servicios de pago.
Es más, si se piensa bien, los bancos parten de una buena posición en este nuevo orden financiero global ya que tienen la ventaja de tener la mayor parte de los depósitos de la ciudadanía y pueden gestionar adecuadamente la nueva CBDC europea.
El Euro digital abre el debate sobre como queremos que sea el dinero europeo
Si bien todavía no sabemos si habrá euro digital ( ya que el BCE prevé iniciar su desarrollo a finales del año que viene) es importante ser consciente de que si el euro digital llegase a materializarse sería sin lugar a dudas un gran cambio económico, político y social para Europa.
El asunto no es menor. Se trata del dinero del mañana. La pregunta es muy simple. ¿Cómo queremos que sea nuestro dinero digital? ¿Privado o público? ¿Creado por los bancos comerciales o por los bancos centrales? El debate está abierto. Reflexionemos sobre ello.
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