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Doctor, por desgracia, últimamente sueño con Elon Musk

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EN RESUMEN

  • El poder de Musk se ha visto reforzado tras su compra de Twitter.
  • El historial de Musk no me otorga mucha confianza.
  • Elon Musk tiene la intención y la autorización (lo que es aún peor) de desplegar más de 12.000 satélites en la órbita terrestre.
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Últimamente sueño con Elon Musk. No es que esté enamorado del tuitero en jefe (se hace llamar así el personaje en cuestión), ni que me apasione mucho la moneda del perrito (que él mismo patrocina), ni que me haga especial ilusión la red de satélites que su empresa, Starlink, está lanzando al espacio sin que ni tu ni yo querido lector, pueda hacer nada para impedirlo.

Mis fantasías durmientes con el señor Musk tienen más que ver con el excesivo poder que en los últimos años ha ido acaparando el que hace unos años era para muchos el creador de los maravillosos (y carísimos, dicho sea de paso) coches eléctricos Tesla. Un tipo que para ser honesto, me caía bien en esos años en los que simplemente intentaba buscar alternativas para combatir el cambio climático con sus vehículos eléctricos ante la imposibilidad de que la sociedad global aceptara a corto-medio plazo trasladarse voluntariamente en transporte público.

El poder de Musk se ha visto reforzado tras su compra de Twitter, una de las redes sociales más usadas del mundo y a mi forma de ver, el mayor foco de odio, mentiras y manipulación de la historia de la humanidad.

Elon Musk Twitter

Un espacio virtual que si bien fue concebido para mejorar la comunicación al eliminar las fronteras físicas, se ha convertido con el paso del tiempo en un generador y difusor del discurso del odio que afecta negativamente al funcionamiento de la democracia y a la convivencia social.

Está por ver qué hará el CEO de Tesla con Twitter. La verdad es que no soy optimista. El historial de Musk no me otorga mucha confianza tras verle en estos años cambiar de opinión sobre diferentes temas en cuestión de minutos.

No es que me importen mucho los vaivenes mentales de Musk. Es más, si fuera mi amigo me haría gracia. Sin embargo, lo grave de sus repentinos cambios de opinión es que tienen consecuencias. No me refiero a las consecuencias financieras que el tuitero en jefe genera cuando habla de ciertas criptomonedas (allá los genios que inviertan en Shiba Inu tras revisar su White Paper), lo que me preocupa es ver como Musk tuitea con ligereza sobre cortar o no cortar su servicio de Starlink al ejército ucraniano que sigue luchando heroicamente contra la invasión rusa.

Me quita el sueño pensar que el genio de las caquitas sonrientes tiene la potestad de devolverle la cuenta de Twitter al expresidente (si queridos lectores, ese Jesus Gil a lo yankee llegó a la Casa Blanca) Donald Trump. Y más cuando se ha demostrado que Trump incitó a la turba incívica que asaltó el Capitolio de EE.UU. en julio de 2021 al poner en duda la calidad de la democracia de EE.UU. con sus teorías de la conspiración y discursos del odio que han polarizado y dividido al pueblo estadounidense.

Elon Musk Twitter

Lo peor es que esto no es todo. Musk tiene la intención y la autorización (lo que es aún peor) de desplegar más de 12.000 satélites en la órbita terrestre. El objetivo es, según él, brindar conexión a internet a la mayor parte del planeta. Una visión que si bien puedo llegar a entender (ya que tendría efectos positivos para muchas personas que viven en países con malas infraestructuras terrestres de telecomunicaciones o en lugares remotos con baja conexión a internet), no justifica la ausencia de regulación y de escrutinio público que esta cuestión está teniendo en nuestra sociedad.

Las consecuencias negativas de la comercialización de la órbita terrestre son muchas y muy variadas. No solo incluye aspectos como el tráfico y la seguridad espacial (conviene recordar el riesgo real que existe por el aumento de satélites en la órbita terrestre, un problema denominado síndrome de Kessler) o la contaminación lumínica que los satélites de Musk pueden llegar a generar a millones de personas en todo el mundo.

Starlink (y sus sucedáneos) pueden también llegar a influir en la defensa planetaria al dificultar la visión de los asteroides que amenazan a la Tierra. Por otro lado, los aparatos electrónicos de Musk también podrían acarrear un enfrentamiento militar entre potencias, ya que estas pueden ver en Starlink o en otras empresas privadas un arma geopolítica que les exime de cumplir con las leyes internacionales que regulan el espacio exterior (hay que tener en cuenta que muchos de los tratados internacionales no contemplan el uso del espacio por parte de las empresas privadas).

Como ven, es razonable mi sueño atormentado con Musk. Un desvelo nocturno que creo que podría llegar a paliarse con una regulación global responsable del espacio exterior que evite accidentes y que englobe tanto a los proyectos de internet global vía satélite como el auge de los vuelos espaciales privados, un asunto que generará más revuelo a medida que sus costes disminuyan y su disfrute deje de ser el pasatiempo de unos cuantos frikis millonarios que no saben qué hacer con sus excedentes monetarios (desde aquí les animo a que paguen sus impuestos religiosamente y les invito a centrar su inteligencia, su poder y sus recursos a luchar contra la desigualdad y la pobreza global, eso sí que es buscar el bien común). 

Mientras tanto seguiré meditando sobre el motivo por el que como sociedad hemos dejado que una persona pueda apoderarse de un bien común de la Humanidad.

Hablo del cielo. Ese espacio que ha formado parte del ser humano a lo largo de nuestra historia y que nos ha permitido preguntarnos quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Sobre el autor: Daniel Gamarra Peñalver

 Daniel Gamarra Peñalver BeInCrypto

Periodista especializado en economía y tecnología blockchain. Fue periodista de economía en la Agencia EFE y en El Confidencial. Actualmente escribe artículos de opinión en BeInCrypto, Observatorio Blockchain y Equipo Europa. Apasionado de la economía y las relaciones internacionales.

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Daniel Gamarra Peñalver
Periodista especializado en economía y tecnología blockchain. Fue periodista de economía en la Agencia EFE y en El Confidencial. Actualmente escribe artículos de opinión en BeInCrypto, Observatorio Blockchain y Equipo Europa. Apasionado de la economía y las relaciones internacionales.
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