La humanidad se enfrenta a su mayor reto existencial: el cambio climático. Desde que aparecimos en el planeta, el riesgo de extinguirnos (y en muy poco tiempo) nunca ha sido tan alto. Estamos emitiendo más del doble de gases de efecto invernadero que en 2008. Si seguimos a este ritmo, los científicos dicen que la temperatura media del planeta aumentará entre 2,5 y 3 grados centígrados en 2070 (dentro de cincuenta años).
Parece poco, pero sería catastrófico: un aumento de esta magnitud implica:
- Todas las zonas actualmente costeras, como Río de Janeiro y Nueva York, quedarían bajo el agua
- La zona tropical del mundo, que incluye Brasil, África y el sudeste asiático, sería inhabitable por estar a 65 grados a la sombra
- La producción mundial de alimentos caería un 50% o más, matando de hambre a la mitad más pobre de la población mundial, es decir, 5.000 millones de personas.
Hay una escuela de pensamiento, de la que forma parte Moss, que cree que las emisiones disminuirán debido a los cambios tecnológicos (como la conducción de vehículos eléctricos en lugar de coches con motor de combustión), pero desgraciadamente no a la velocidad que necesitamos. En este caso, hay que complementar el mercado y añadir agilidad mediante el comercio de créditos de carbono, que son certificados digitales que demuestran que una empresa o un proyecto medioambiental ha secuestrado o evitado la emisión de una tonelada métrica de carbono.
El sistema actual de los créditos de carbono facilita el fraude
Como las emisiones de carbono son una externalidad negativa de la economía basada en los combustibles fósiles (un “efecto secundario” imprevisto), no tienen precio en el sistema, salvo a través del comercio de créditos de carbono. Una empresa petrolera emite millones de toneladas de carbono al año, pero a menos que esta empresa esté en el mercado del carbono, comprando créditos de carbono, no paga por esa contaminación. En cambio, el resto de los humanos pagamos en su lugar: el coste inevitable de una peor calidad del aire y del cambio climático se reparte entre los casi 8.000 millones de habitantes de la Tierra.

Creemos que se está produciendo un proceso de altísima disrupción a través del uso de la tecnología para acelerar el desarrollo del mercado del carbono. Se habla mucho de la “transparencia” y la “seguridad” que aporta el uso de blockchain a diversos sectores, como el de los créditos de carbono, pero ¿qué significa exactamente en la práctica?.
Históricamente, el sector de los créditos de carbono ha sufrido la solvencia debido a algunos casos (muy raros) de fraude. Debido a que el crédito de carbono es un certificado digital e intangible, algunos proyectos vendieron el mismo activo varias veces, vendiendo por ejemplo créditos de Brasil aclamando que eran de Indonesia, vendiendo créditos de 2012 diciendo que eran de 2015, “cancelaron” los créditos después de la compensación y no lo inscribieron en los registros globales de créditos o vendieron diez créditos que debían ser “cancelados” o retirados, y sólo cancelaron uno. Todo esto ha hecho que el sector tenga, por desgracia, mala fama.
La tokenización y blockchain como solución al fraude de los créditos de carbono
El uso de blockchain resuelve todas estas dudas anteriores. Una vez completada la transacción, está disponible para siempre, de forma 100% segura, en las redes cripto, de forma pública y fácilmente accesible. Las transacciones en blockchain también evitan la “doble contabilidad” o el “doble gasto”: una transacción registrada en blockchain no permite que haya otro registro de la misma transacción. Adicionalmente, permiten que los datos sean auditados en tiempo natural con registros crediticios globales para que no haya fraude.
El uso de blockchain resuelve todas estas dudas anteriores. Una vez completada la transacción, está disponible para siempre, de forma 100% segura, en las redes cripto, de forma pública y fácilmente accesible. Las transacciones en blockchain también evitan la “doble contabilidad” o el “doble gasto”: una transacción registrada en blockchain no permite que haya otro registro de la misma transacción. También permiten que los datos sean auditados en tiempo natural con registros crediticios globales para que no haya fraude.

Si conseguimos llevar la disrupción tecnológica y más eficiencia al sector medioambiental global, consiguiendo hacer que la solución de productos y servicios se compense no manualmente como ocurre actualmente, sino a través de APIs y software (SAAS) mediante datos digitalizados y registrados en blockchain, las posibilidades de que podamos evitar un escenario climático desastroso aumentarán de forma espectacular. Está (todavía) en nuestras manos trabajar juntos para que el planeta siga siendo habitable para las generaciones futuras.
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