Los pronósticos para el efectivo no son muy alentadores. Según el Foro Económico Mundial (FEM), para el año 2028, tan solo el 9% de todas las transacciones se realizarán con dinero físico.
Esta prospectiva reveladora nos plantea una pregunta importante: ¿extrañaremos el efectivo? Más allá del dilema de las criptomonedas sobre cuantas y cuales sobrevivirán el próximo lustro. Y sobre si su adopción se amplifique o se dilapide, lo cierto es que los avances en los pagos digitales tampoco parecen detenerse.
A estas dos alternativas se les suma, con presión y polémica; la propuesta de las CBDC.
Foro Económico Mundial: En 2028, 1 de cada 10 transacciones serán con pagos físicos
¿Desaparecerán las cajas registradoras? Según un artículo publicado por el Foro Económico Mundial apunta a que sí.
Sin embargo, más allá de las oportunidades de pagos digitales como las de Visa y Mastercard, y del desarrollo de criptomonedas como Bitcoin, Ethereum y Polkadot; el artículo atribuye el paulatino desecho del efectivo al avance y posible aceptación de las CBDC en las sociedades capitalistas.
Según la tesis expuesta en el Foro Económico Mundial; el desarrollo de las CBDC se está acelerando. No obstante, los escépticos cuestionan la necesidad de reemplazar el dinero en efectivo.
Si bien los sistemas de pago electrónicos actuales funcionan bien, no ofrecen la misma libertad personal que el dinero en efectivo.
Señalan además, que un reemplazo en formato digital del efectivo no debe permitir la actividad criminal -referenciado como el “wild west”-, pero también debería permitir cierta libertad para realizar transacciones con total privacidad.
La importancia del dinero físico en el siglo XXI y el auge de las CBDC
El dinero en efectivo es el único mecanismo de pago que no requiere autorización de nadie para gastarlo. Y es la única forma de dinero que no deja un rastro.
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El optar por una forma de dinero como la CBDC traería, necesariamente nuevos desafíos en la Gobernanza de los datos masivos que se llegarían a crear.
Incluso bajo el supuesto naive de que un Gobierno o derivado estatal no tuviera intención alguna de monitorear dicha información. Lo cierto es que esa información se habría creado innecesariamente, trayendo consigo una vulnerabilidad innecesaria, sin mencionar los costos del manejo y protección de dicha información.
Si nos guiamos por el principio de la Navaja de Ockham, las CBDC -y propablemente también las criptomonedas- no pasan la prueba. Aún así, la verdad es que la decadencia del efectivo parece ser más un tema más de psicología social que de política pública.
Desde 2017, el uso del efectivo ha disminuido aproximadamente un 15% cada año. Además, se estima que para 2028, tan solo el 9% de todas las transacciones se realizarán en efectivo físico. La dirección es clara: el efectivo no desaparecerá en un solo momento explosivo. Pero su irrelevancia está asegurada como resultado de las decisiones individuales de millones de ciudadanos y comerciantes.
Este hecho disipa la prepotencia en la que podrían caer algunos reguladores, al afirmar lo “correcto” o “incorrecto”. La disminución de popularidad del efectivo, se debería pues; a un proceso de evolución de las sociedades más que a un simple capricho de debate en el congreso.
Entonces, el verdadero debate sobre las CBDC se trasladaría al papel de proveedor: ¿el Banco Central o el sector privado?
“Un sustituto del efectivo digital es el producto esencial que los ciudadanos demandarán una vez que desaparezca el efectivo físico. El sector privado sabe cómo crear productos de consumo atractivos y está dispuesto a ayudar. Sin embargo, las propiedades regulatorias singularmente complicadas del efectivo significan que sólo un banco central podría realmente entregarlo.”
Las CBDC como prototipo, más que como culminación, según el Foro Ecónomico Mundial
Algunos de los opositores más vocales a menudo califican a las CBDC como instrumentos que aumentarán el control estatal y la censura sobre nuestros datos personales y financieros. Sobre este argumento el Foro Económico Mundial plantea que aún hay oportunidad para cambiar este escenario.
El efectivo disminuirá hasta volverse irrelevante, y podríamos enfrentar un futuro donde las únicas alternativas sean sistemas de pago del sector privado que están siendo monitoreados y pueden negar el servicio sin consecuencias.
Es a través de esta perspectiva que debemos analizar las CBDC. Las CBDC no serán la causa de un futuro distópico; serán una advertencia para prevenirlo. Pero solo si la libertad personal está en el centro de su diseño e implementación.
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La evolución de los métodos de pago nos llevará a una encrucijada entre la comodidad y la privacidad, y la forma en que elijamos avanzar definirá nuestra relación con el dinero en la era digital.
Este cambio de paradigma llevaría a un modelo de dinero digital distinto de las CBDC, en otras palabras, el artículo del FEM insta a ver las CBDC más como un prototipo teórico que como un modelo económico final. Siendo más, se menciona la alta posibilidad que las CBDC fracasen en economías desarrolladas debido a que son políticamente imposibles de llevar a cabo en una sociedad democrática.
“Sin embargo, si una CBDC no tiene algún elemento de esta capacidad, mi predicción es que fracasará en algunas de las principales economías desarrolladas. Habría poco que lo diferenciara de los sistemas existentes, como observa correctamente David Smith. Y la reacción política de quienes se oponen a la vigilancia estatal haría políticamente imposible su lanzamiento en cualquier caso.”
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