La posibilidad de emitir una moneda digital respaldada por el Banco de Inglaterra (BoE) ha ganado terreno gracias a avances en técnicas criptográficas.
Sin embargo, un informe reciente del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) advierte que la implementación de monedas digitales de bancos centrales (CBDC) como la libra digital es cada vez más factible de comprometer un factor crucial; la privacidad.
La privacidad de la CBDC: un desafío para su aceptación pública en Reino Unido
A diferencia del efectivo, que no registra información sobre el remitente, el destinatario o el monto, las CBDC tendrían que cumplir con normativas contra el lavado de dinero (AML) y financiamiento del terrorismo (CFT).
Esto significa que sería necesario recolectar, almacenar y en algunos casos compartir ciertos datos transaccionales. Esta diferencia clave podría hacer que la privacidad de la libra digital sea inferior a la del dinero en efectivo. Lo que podría afectar su aceptación por parte del público.
El informe advierte que incluso las mejores tecnologías criptográficas presentan limitaciones. Aunque los seudónimos pueden proporcionar un nivel significativo de anonimato al desvincular la identidad del usuario de sus cuentas, existen escenarios donde estas conexiones podrían ser desveladas. Esto puede ocurrir mediante el análisis de datos transaccionales, metadatos, o la combinación de información pública y offline.
¿Es posible balance entre privacidad y regulación en la CBDC del Reino Unido?
Es importante destacar que fenómenos similares ya se han observado en blockchain, donde las transacciones supuestamente anónimas han sido desenmascaradas a través de análisis detallados.
Además, cualquier sistema que almacene datos siempre estará expuesto a posibles filtraciones. Entre ellas, accesos indebidos o hacks, incluso cuando se utilicen los métodos más avanzados de cifrado.
La aplicación de tecnologías de preservación de la privacidad (PETs, por sus siglas en inglés) podría mitigar algunos de estos riesgos y garantizar el cumplimiento regulatorio. Sin embargo esto dependería de que los reguladores acepten estas herramientas como mecanismos válidos.
Por último, implementar medidas de privacidad en las CBDCs conlleva inevitables concesiones. Las políticas para proteger los datos pueden entrar en conflicto con las normativas que exigen la recopilación y divulgación de información.
Así, los responsables políticos, los banqueros centrales y las partes interesadas deberán encontrar un delicado equilibrio entre garantizar la privacidad y cumplir con las obligaciones regulatorias.
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