“No creo que volvamos a tener dinero de calidad hasta que lo saquemos de las manos del gobierno. Y no podemos hacerlo por la fuerza; lo único que podemos hacer es introducir, de manera indirecta y astuta, algo que no puedan detener”. Esta afirmación del economista y filósofo Friedrich Hayek está más vigente que nunca.
Los políticos, los estados y las corporaciones buscan hoy apropiarse de Bitcoin o utilizarlo según sus intereses. Pero la verdadera revolución no viene por ahí, sino de las personas comunes que hemos comprendido la naturaleza fraudulenta del dinero fiat y decidimos vivir usando Bitcoin.
Adopción institucional de Bitcoin
Recientemente, hemos visto cómo gobiernos y entidades financieras han mostrado un creciente interés en Bitcoin. Nayib Bukele en El Salvador continúa comprando BTC. En Estados Unidos, legisladores y burócratas evalúan la posibilidad de incorporar Bitcoin a las reservas estratégicas del país, y su Presidente usó Bitcoin como una herramienta de campaña para atraer electores.
El gobernador del Banco Central de la República Checa ha declarado que están considerando invertir billones de dólares en Bitcoin. BlackRock, el titán de los fondos de inversión, ha lanzado su ETF de Bitcoin y ha atraído miles de millones en capital institucional.
Todo esto es bienvenido. Cualquier paso hacia la adopción de Bitcoin representa un reconocimiento de su fortaleza. Sin embargo, no nos engañemos: la hiperbitcoinización, ese proceso mediante el cual Bitcoin se convierte en la moneda dominante de la economía global, no llega por decisiones de presidentes, dictadores o CEO. Llega a pesar de ellos.
La hiperbitcoinización es impulsada por quienes entendemos que el dinero fiat es una basura inflacionaria y hemos optado a Bitcoin como nuestra reserva de valor y medio de intercambio preferido. Es la acción voluntaria de los individuos que elegimos construir una economía paralela basada en el dinero sólido y libre del individuo soberano.
La revolución descentralizada
No ocurre porque lo imponen los políticos, porque lo aprueban los burócratas o porque los banqueros lo consideran conveniente. Ocurre porque no lo pueden evitar. A medida que más personas abandonan el dinero controlado por los estados y adoptan Bitcoin, el sistema monetario tradicional basado en papel pintado se vuelve cada vez más irrelevante.
Bitcoin no es solo una inversión o un activo financiero; es una revolución que escapa al control de quienes creen en la falsificación del dinero. Como señaló Hayek, la única manera de recuperar un dinero sano es sacarlo de sus manos de una forma ingeniosa.
Eso es exactamente lo que los bitcoiners estamos haciendo, transacción a transacción, bloque a bloque, en la timechain, en sus múltiples capas como Lighting Network y Rootstock, en otras redes y también con plataformas custodial que facilitan el uso de Bitcoin en el día a día.
La revolución bitcoiner no pide permiso. Ocurre.
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