Muchos han esperado que 2021 sea el año en el que nos acerquemos a recuperar nuestra vida cotidiana, a pesar de que muchos de nosotros seguimos encerrados, mientras nuestros respectivos gobiernos introducen nuevas medidas para evitar la propagación de la nueva variante.
En un irónico giro del destino, la vida en 2020 se definió en gran medida por la pandemia de COVID-19, un virus que ha infligido dolor y sufrimiento, ha trastornado los medios de vida de las personas y ha devastado las economías de todo el mundo.
Quizá haya motivos para ser optimistas. Desde noviembre del año pasado, varias empresas han anunciado vacunas contra el COVID-19 que están listas para ser distribuidas en todo el mundo.
Esto significa que la posibilidad de volver a una cierta apariencia de vida cotidiana puede ser una realidad, una vez que la población mundial se inmunice en gran medida contra el virus. Por supuesto, esto llevará tiempo, pero estamos viendo la luz al final del túnel.
Como persona profundamente involucrada en blockchain, parecería que la proliferación de vacunas contra el COVID-19 es algo irrelevante para mi campo. Sin embargo, esta suposición no podría estar más lejos de la realidad.
Después de todo, soy un firme creyente de que la funcionalidad de la tecnología blockchain va más allá de los pagos y el intercambio de valor. Blockchain tiene el potencial de abarcar todas las facetas de nuestra vida cotidiana, incluso las que damos por sentadas.
Los nuevos retos requieren nuevas soluciones de confianza
Para entender el papel que puede desempeñar blockchain en nuestra lucha contra la pandemia, tenemos que observar los retos a los que nos enfrentamos actualmente con respecto a las vacunas. Uno de estos retos -y quizás el mayor hasta la fecha- es cómo podemos distribuir las vacunas a todos los que las necesitan.
Para contextualizar esto, tenemos que darnos cuenta de que las vacunas no son homogéneas, y existen diferencias clave entre ellas.
Por ejemplo, las variantes producidas por Moderna y Pfizer difieren en cuanto a las condiciones en que deben almacenarse.
La vacuna de Moderna debe almacenarse a una temperatura de 20 grados centígrados negativos para su conservación a largo plazo. Sin embargo, puede almacenarse hasta un mes en un frigorífico normal. Por el contrario, la vacuna de Pfizer debe almacenarse a una temperatura negativa de 70 grados centígrados y sólo puede conservarse hasta cinco días en un frigorífico normal.
Tener esto en cuenta es vital para combatir el COVID-19, ya que es imperativo mantener la eficacia de las vacunas. Por lo tanto, la cuestión es cómo los receptores de la vacuna pueden asegurarse de que las vacunas que reciben no se han visto comprometidas por una mala manipulación y si es factible examinar las condiciones en las que se han almacenado.
Verificación de si una vacuna se ha manipulado correctamente
Como infraestructura que pretende abordar la cuestión de la confianza, aquí es donde blockchain puede desempeñar un papel importante. Al permitir que varias partes gestionen una base de datos compartida y descentralizada, blockchain puede garantizar la tan necesaria transparencia que no depende de una sola parte. Esto permitirá verificar si una vacuna fue manejada correctamente.
Esta ventaja se ve agravada por el hecho de que los datos almacenados en una cadena de bloques son inmutables y los participantes en la cadena de suministro pueden acceder a ellos fácilmente.
Una ventaja adicional del uso de la blockchain para esta tarea es el hecho de que las cadenas de bloques pueden personalizarse para permitir permisos de acceso cuando sea necesario. Esto significa que mientras ciertos participantes sólo pueden leer la información proporcionada, otros pueden escribir y difundir la información a quien sea necesario.
Esto hace que la difusión de la información y la capacidad de seguimiento de cada elemento en tiempo real sea mucho más eficiente.
Dados estos beneficios, blockchain puede ser una solución para responder a algunos de los retos más difíciles relacionados con la distribución de las vacunas COVID-19. Las partes podrían hacer un seguimiento de los envíos, verificar las condiciones de almacenamiento, gestionar las existencias y verificar la autenticidad de las vacunas que reciben. Al agilizar el proceso de distribución de las vacunas, podríamos salvar innumerables vidas en el proceso.
Una batalla difícil
Por supuesto, sería ingenuo por mi parte afirmar que los retos a los que nos enfrentamos para frenar la propagación del COVID-19 se detienen con la implementación de los protocolos de blockchain.
En primer lugar, todavía tenemos que ver la eficacia general de estas vacunas y si pueden mitigar realmente la propagación y evolución del virus. Advertencia hecha, el público también está preocupado por los efectos secundarios especulativos. En segundo lugar, está la cuestión de si los productores de vacunas pueden hacer frente a la creciente demanda mundial.
La respuesta a estas cuestiones está, por desgracia, más allá de mis conocimientos. Sin embargo, creo firmemente que los desafíos que rodean la aplicación de métodos eficaces de la cadena de suministro pueden aliviarse mediante el uso de blockchain.
Naturalmente, hacerlo también plantea varios obstáculos, concretamente en torno a la voluntad de las partes interesadas de participar en las soluciones que ofrece la tecnología. Dada la novedad de la tecnología blockchain como infraestructura práctica, puede ser un reto convencer a los responsables del mundo de que adopten un concepto que redefine la accesibilidad de la información.
Hacerlo requerirá una gran cantidad de educación y la creación de confianza, las piedras angulares de blockchain.
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