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Pagar con Bitcoin desde tu cerebro con un implante: un futuro posible

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EN RESUMEN

  • Un nuevo material podría permitir la interacción tejido-máquina.
  • Esto permitiría crear auténticos "cyborgs" a futuro y tener tu cartera Bitcoin en tu cerebro.
  • El concepto no viene sin riesgos, la privacidad puesto a prueba.
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Las carteras más usuales para usar Bitcoin y otras criptomonedas son las de software, o bien, los exchanges online; que para el caso son lo mismo. En ambos necesitas de algún dispositivo físico y conexión a Internet. Luego están las no-tan-gratuitas carteras de hardware, como las ofrecidas por Ledger y Trezor. También es necesario un dispositivo —aunque esta vez muy específico—… y conexión a Internet, si es que quieres usar los fondos.
Por otra parte, el término “brain wallet” (cartera cerebral) ahora se refiere básicamente a una cartera de papel memorizada por su dueño. Recordemos que las carteras de papel son las que podemos generar tan solo para recibir fondos de manera ilimitada, pero no para enviarlos. Una vez generada por algún servicio en Internet —a través de la pantalla de un dispositivo, etc.—, podemos anotar la semilla, las palabras clave, y guardarlas o memorizarlas. Con riesgo de perder el anotado y la memoria, claro está. Sin embargo, en un futuro no tan lejano, ese mismo término “brain wallet” podría hacer alusión a otro tipo de cartera. Una que esté implantada directamente en tu cerebro, y que se pueda manejar desde allí sin problemas. ¿Algo así puede existir? ¿No es el cerebro demasiado delicado…? Pues no lo es, de acuerdo a Elon Musk y varios científicos de la Sociedad Química Americana. Bueno, en realidad sí que lo es, pero encontrar soluciones es posible.

Pagos contigo mismo

Para empezar, debemos decir que a la fecha ya es posible “pagar contigo mismo”. Y no nos referimos aquí a alguna clase de trabajo, sino que puedes llegar solo a poner la mano (o el dedo) sobre el punto de venta de tu tienda favorita para costear tus productos. Quizás ya lo hayas hecho si tu banco dispone de ese servicio. En el mundo de las criptomonedas, tenemos específicamente chips del tamaño de un grano de arroz que pueden implantarse en la mano y utilizarse como cartera. La primera transacción de este tipo se realizó en 2015 por parte del proyecto Biopay Dev. Posteriormente, el método llegó a aplicarse incluso en puntos de venta de criptomonedas, como Cortexpay de General Bytes. Con este, incluso podía verse el saldo disponible tan solo poniendo la mano con el chip sobre la máquina. Y en cuanto a las compañías que diseñan los chips, tenemos, por ejemplo, a Dangerous Things. Ahora vamos un poco más allá: ¿este chip-cartera podría, de alguna manera, implantarse en el cerebro y que el usuario lo maneje a voluntad? No exactamente.

Neuralink y PEDOT

En julio de 2016, el famoso empresario Elon Musk creó una nueva compañía llamada Neuralink, cuyo propósito, a largo plazo, es lograr una simbiosis (fusión) total entre humanos e inteligencia artificial (IA). Con este fin, se encuentran creando un sistema de sondas biocompatibles ultradelgadas y llenas de electrodos para captar las señales eléctricas del cerebro. Estas sondas serían introducidas al sujeto mediante un robot quirúrgico, y su sistema sería interpretado en código binario (como en las computadoras). En la práctica, esto equivaldría a algo así como fusionarse en uno con una computadora y sus respectivas funciones, por lo que sí, podríamos llegar a pagar con Bitcoin desde nuestro cerebro. Entre otras muchas cosas. Cripto robot Claro que, por ahora, esto es solo papel mojado. Las pruebas en humanos apenas empezarían este año, y una de las principales preocupaciones es la presunta biocompatibilidad de las sondas. Estas estarán compuestas mayormente de poliamida y oro, ambos compatibles con tejido orgánico, pero preocupa que al insertarlas en el cuerpo este las identifique como objetos extraños e intente eliminarlas o enferme. Después de todo, incluso en los trasplantes de órganos hay casos de rechazo. Pues bien, este agosto de 2020, nada menos, la Sociedad Química Americana puede haber dado con el material que Neuralink necesita. Se trata de un polímero biocompatible al que denominaron “PEDOT”, el cual, gracias a sus propiedades químicas, puede crear la interacción adecuada entre lo orgánico y lo mecánico si se usa como revestimiento. Sus usos apuntan más hacia los implantes sanitarios, pero en un futuro podría ayudar a mezclar el cerebro humano con la IA.

Adiós voluntad… ¿adiós cabeza?

Sondas, chips, revestimientos… sea lo que llegue a ser, esto estará conectado a Internet. Es decir que será un dispositivo de la categoría Internet de las Cosas (IoT) y, por desgracia, los dispositivos IoT tienen fama de ser fácilmente hackeables. Así, por ejemplo, la compañía de ciberseguridad Kaspersky Labs detectó 105 millones de ataques a dispositivos IoT solo durante la primera mitad de 2019. IoT Crear sistemas operativos e interfaces seguras es algo en lo que trabajar bastante si no queremos que suceda el escenario de que nuestros propios cerebros sean hackeados e inclusive nuestra voluntad sea robada. Ahora bien, en cuanto a lo meramente físico… ¿qué pasaría si un ladrón supiera que en tu mano o tu cabeza se esconde un millón de dólares en Bitcoin? La respuesta a esa pregunta puede ser bastante inquietante. Por supuesto, los creadores de los chips han afirmado que aun si pudiera accederse a ellos no sería posible modificar sus datos (y robar los fondos). Quizás proyectos como Neuralink y PEDOT tomen esto en consideración, pero aún puede ser que un ladrón despistado no llegue a leer muy bien las propiedades del sistema y se dé cuenta demasiado tarde.

El problema de la centralización

Como te podrás imaginar, Neuralink, la Sociedad Química Americana y otros actores que lleguen a surgir en esta industria no serían precisamente descentralizados. En lo que al futuro tú concierne, te estarías implantando un dispositivo cerebral creado (y controlado) por parte de un gobierno o corporación, y vaya si no suena eso inquietante. Ahora mismo tenemos graves problemas de privacidad con las herramientas digitales que usamos todos los días, como Google y Facebook. Esto se multiplicaría exponencialmente si una máquina es capaz de leer lo que hay en tu mente. O peor aún, de manipularlo o controlarlo por completo. Como mencionó recientemente Vitalik Buterin, el fundador de la descentralizada Ethereum:
“¿Soy el único que encuentra la mejora genética de los humanos *mucho más pasable* que los implantes cerebrales? Los genes son difíciles de identificar; no hay un “gen para la obediencia al partido comunista”. Pero mezclar cerebros y tecnología digital centralizada corre el riesgo de erosionar nuestro dominio más fuerte de privacidad”.
La búsqueda de Google “chips de control mental” se ha vuelto bastante popular, especialmente debido a la incertidumbre que están provocando las posibles vacunas contra el COVID-19. Una cartera o PC cerebral, pese a sonar tremendamente útil, vendría con altos riesgos si no se descentraliza su administración. Tal como las autoridades ahora solicitan información privada a los gigantes de las redes sociales, podrían solicitarla después a las empresas encargadas del chip, sonda o revestimiento cerebral. Nuestra propia memoria estaría comprometida. Así que parece que, de momento, esto de pagar con bitcoins desde tu cerebro no pinta demasiado bien. Tal vez la idea solo funcione (sin control ni brechas de datos) en un mundo descentralizado.

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Descargo de responsabilidad: De acuerdo con las pautas de Trust Project, este artículo de análisis de precios tiene solo fines informativos y no debe considerarse un asesoramiento financiero o de inversión. BeInCrypto se compromete a brindar informes precisos e imparciales, pero las condiciones del mercado están sujetas a cambios sin previo aviso. Siempre realice su propia investigación y consulte con un profesional antes de tomar cualquier decisión financiera.

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Isabel Perez
Profesional en Letras en el criptomundo desde 2016. Escritora, investigadora y bitcoiner. Venezolana viviendo en Colombia, interesada en la cacería de estafas. Trabajando por un mundo mejor, con más descentralización y café.
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