Las previsiones a corto y mediano plazo en la economía no son las mejores. Con una inflación que no se ha controlado, unos bancos centrales dispuestos a tomar medidas más rudas y una situación complicada con la energía, el mundo financiero ve con preocupación lo que está por venir.
Ante esto, muchos expertos han decidido salirse de los activos riesgosos. Algo que suele ser normal, pero que en esta ocasión ha significado una de las capitulaciones más grandes vistas desde la crisis del 2008.
Así lo demuestra una reciente encuesta hecha por Bank Of America (BoFa), en la que entrevistó a 259 inversionistas y directivos de fondos de inversión, que explicaron que los mayores riesgos que están viendo en el panorama son la alta inflación, la amenaza de una posible recesión y un aumento de los costos de los créditos.
En los últimos meses, la amenaza de una recesión ha sido usada como argumento por parte de los inversores a la hora de asumir riesgos.
En las últimas semanas, las previsiones de una posible recesión han aumentado considerablemente al punto de que, según Bloomberg, un 60% de los inversionistas creen que la inflación es inminente.
Este dato es el tercer más alto desde los registrados en abril del 2020 (plena pandemia) y marzo del 2009 (plena crisis financiera).
El pesimismo generalizado
Volviendo a los datos de BoFa, el 58% de los encuestados aseguran que están tomando la menor cantidad de riesgo posible a la hora de tomar decisiones e invertir. Este dato es el mayor registrado por BoFa superando al que se hizo en 2008 durante la caída de Lehmans Brothers.
Ahora bien, en los comentarios del estratega de BoFa se resalta que el mercado se encuentra en una situación de “máximo sentimiento bajista”. Algo bastante particular, si se revisan los últimos datos del mercado que está viviendo un rally que ha ayudado a recuperar ciertas perdidas.
Pero las previsiones a mediano plazo no son tan positivas. Según los analistas y estrategas de Morgan Stanley y Goldman Sachs, este rally veraniego tiene pocas previsiones de mantenerse en el tiempo, producto de la presión que ejercen tanto la inflación como el pesimismo por una posible recesión.
Si bien sigue existiendo una esperanza de que la inflación haya alcanzado su techo, es muy probable que la situación no muestre mejorías al corto plazo. Todo apunta a que seguirán las caídas del mercado y, salvo que se dé un escenario positivo, una recesión estaría por venir.
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