El Banco Central Europeo (BCE) ha confirmado que la fase preparatoria del euro digital podría concluir en octubre de 2025, lo que marcaría un paso clave hacia la creación de una moneda digital europea.
Este proyecto, liderado por Christine Lagarde, se ha presentado como una solución para modernizar el sistema financiero europeo y garantizar la autonomía monetaria de la región. Sin embargo, más allá de su justificación técnica, el euro digital es también una respuesta estratégica a la influencia de Estados Unidos en las finanzas internacionales.
El BCE avanza en la fase preparatoria del euro digital con miras a 2025
El dominio del dólar ha sido históricamente una herramienta de poder para Washington. La capacidad de imponer sanciones, controlar los flujos financieros internacionales y establecer las reglas del comercio global han convertido a la moneda estadounidense en un pilar de la economía mundial.
En este contexto, el BCE busca con el euro digital un mecanismo que permita reducir la dependencia de Europa del dólar y fortalecer su capacidad de actuación en un escenario geopolítico cada vez más fragmentado.
En este contexto, solo hace falta ver la Cumbre BRICS 2024 que se centró en la desdolarización utilizando monedas digitales de los bancos centrales y BRICS Pay basado en blockchain como solución de pago.
La idea de una moneda digital controlada por el BCE no es nueva, pero ha cobrado mayor relevancia en los últimos años debido al auge de las criptomonedas, los pagos digitales y, sobre todo, la creciente inestabilidad del sistema financiero internacional.
A diferencia de Bitcoin o stablecoins como USDT o USDC, el euro digital no dependería del sector privado. Por el contrario lo emitiría el banco central; garantizando una relativa estabilidad y seguridad en su uso.
Privacidad, regulación y desafíos: el futuro incierto del euro digital
Christine Lagarde fue clara sobre la importancia de este desarrollo: “Debemos preparar nuestra moneda para el futuro. El euro digital coexistirá con el efectivo y garantizará transacciones digitales seguras, accesibles y con los más altos estándares de privacidad”.
Sin embargo, más allá de su discurso técnico, la realidad es que el euro digital es una herramienta geopolítica que permitiría a la Unión Europea reducir su exposición a las decisiones económicas de EEUU.
Uno de los principales desafíos será convencer al público de sus beneficios frente a otras opciones digitales. Lagarde y otros líderes del BCE han insistido en que el euro digital coexistirá con el efectivo y que su diseño cumplirá con los más altos estándares de privacidad.
Sin embargo, el tétrico panorama europeo también genera preocupaciones, especialmente en torno a restricciones al uso de efectivo y regulaciones sobre el cifrado de datos.
El BCE, junto con la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, deberá establecer el marco legal necesario para lanzar oficialmente el euro digital. Aunque la fase preparatoria avanza con rapidez, su implementación final dependerá de decisiones políticas y regulatorias que aún están por definirse.
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