El Banco Central chino buscaba realizar una política expansiva que estimulara su economía, pero ha decidido abstenerse en vista del peligro de depreciación del yen y de ir contracorriente a nivel mundial.
La República Popular de China será la excepción a nivel mundial. Al no seguir a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), la entidad mantendrá su política monetaria sin mayores cambios. El país se ha mantenido firme en su política monetaria, a pesar del reciente incremento de la Fed en las tasas de interés.
La semana pasada, surgieron reacciones en los Bancos Centrales de todo el mundo, y algunos analistas esperaban la reacción de China. Sin embargo, el gigante asiático parece inamovible.
Los aumentos de tasas de los bancos centrales mundiales, dificultan que Beijing estimule una economía nacional débil mediante la reducción de las tasas. Por eso, es de tomar en cuenta que esta política expansiva pondría en desventaja a China en el mercado cambiario.
Los políticos chinos desconfían de los riesgos de que el yuan se deprecie, y se desencadenen salidas de capital, si se embarcan en una mayor relajación monetaria para apuntalar una economía golpeada por el covid-19. Esto, en un momento en que otras economías importantes están haciendo todo lo contrario para refugiarse de la inflación
El Banco Popular de China mantuvo la tasa preferencial de préstamo (LPR) de un año en 3.70% y la de cinco años se mantuvo totalmente sin cambios en 4.45%.
El pasado 15 de junio, el BPC efectuó una inyección de 200.000 millones de yuanes, -equivalentes a 29.839 millones de dólares, o bien, 28.378 millones de euros- al sistema bancario a través de operaciones de MLF a un año con la citada tasa.
China urge de un estímulo económico
Desde marzo, China continental ha luchado contra su peor brote de covid desde principios de 2020. Shanghái, sede del puerto más activo del mundo, ha sido una de las regiones más afectadas.
Aquello ocurrió luego de que China experimentara una primera caída en el crecimiento de su Producto Interno Bruto, dada la invasión de Rusia en Ucrania a finales de febrero.
China ha recibido un duro golpe luego del cierre de Shanghái, cerrando por debajo de las expectativas de este trimestre. Cerca de la cuarta parte de las actividades productivas de China se encuentran bloqueadas debido al confinamiento.
El impulso económico ha llegado a depender de políticas locales, como las del distrito de Shenzhen de distribuir 30 millones de yuanes digitales en sobres rojos, a través de un programa de lotería en un intento por impulsar la economía regional afectada por los cierres.
Esta tarea se dificulta todavía más si tenemos en cuenta que va contracorriente con las políticas del resto de bancos centrales a nivel mundial.
La gran mayoría de países se encuentran en una lucha insaciable para controlar la inflación, un problema a nivel global. Incluso a nivel de la propia República Popular, existen divergencias claras.
Epítome de estas contradicciones es la Autoridad Monetaria de Hong Kong (HKMA), entidad que decidió seguir fehacientemente los pasos de la Fed.
Esta organización es considerada como el banco central ‘de facto’ de la antigua colonia británica, cuyo estatus legal actual es de una Región Administrativa Especial de China.
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