Cichero es un artista uruguayo que creó un museo en el metaverso para el incipiente mundo de obras de arte NFT. Su carrera tomó vuelo cuando vendió una de sus obras por 32 mil dólares, algo que lo hizo conocido dentro de la comunidad de arte digital. Desde allí ha vendido al menos 200 mil en obras, la mayoría vinculadas a conceptos religiosos.
Cuenta con más de 10 años de experiencia en el sector audiovisual y gracias a su trayectoria como inversor en el mercado de las criptomonedas -en el cual no le fue del todo bien- pudo aprovechar su conocimiento de la tecnología blockchain, para fusionarlo con sus inquietudes artísticas.
Trabajaba desde hacía más de 10 años en la industria de la publicidad, y en 2015 fundó su propio estudio de diseño
gráfico y post producción.
En marzo de 2020 el mundo se paralizó y Cichero no estuvo ajeno a eso. Las producciones audiovisuales se suspendieron, sus clientes dejaron de contratarlo y casi llega a la quiebra. Al atravesar esa etapa, como desempleado, llegó a su vida una nueva opción para motorizar obras de arte.
Sus inicios con los NFT
Su primera colección de esculturas digitales estuvo basada en la biblia.
“Fue como agradecimiento a Dios por haberme mostrado esta nueva etapa o esta nueva tecnología. Fui desarrollando esa colección por debajo, tranquilamente, poco a poco, porque sabía que era algo que iba a tomar mucho tiempo”
La colección fue un éxito. El artista recaudó más de 100 mil dólares. Sus obras se compran en los marketplace de criptoarte Open Sea, Rarible y Foundation.
Gracias a esas obras conoció al youtuber español Bruno Sanders, experto en marketing digital y comercio electrónico. Lo entrevistó para su canal y junto a él lanzó NFT Mistery, un curso sobre emprender en arte digital. También comenzó a colaborar con diferentes organizaciones, una de ellas fue la Asociación de Fútbol Argentina, con la que trabajó en la creación de sus NFT. Su incursión en el metaverso no tardaría en llegar.
En octubre de 2021 lanzó Cichero, la colección inspirada en versículos de la Biblia y por la que también adoptó el apellido materno como su nombre artístico.
Un museo en el metaverso
La idea de crear el museo fue la respuesta que Cichero encontró al desafío de cómo mostrarlas mejor.
“Dado que son esculturas 3D, deseaba que las personas pudieran acercarse a ellas y verlas en un lugar físico”.
Al ingresar al museo, el usuario puede escoger hacer el recorrido en 3D o directamente ver una lista de obras. También, podrá optar entre visitarlo con lentes de realidad virtual o desde la computadora.
En ese espacio del metaverso se puede vivir una experiencia semejante a la de visitar un museo físico. El usuario puede acercarse a las obras, verlas desde diferentes puntos de vista, leer su nombre y descripción. El artista opina que el mundo de la realidad virtual está avanzando y es lo que “se viene”.
Considera que dentro de dos años va a “ser furor”, y la gente tendrá sus lentes que les permitirán pasear por diferentes museos.
Entretanto, muchas veces moldea con sus propias manos en plastilina o arcilla el leitmotiv de sus obras. Luego escanea las esculturas en 3D, y les aplica textura y entornos para lograr una pieza que puede llegar a valer miles de dólares (y que tal vez mañana, valga millones).
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