El año 2022 ha significado un cambio drástico para las economías mundiales. La guerra en Ucrania y los problemas generados tras la pandemia, dieron el escenario perfecto para una situación de crisis económica generalizada que ha alterado el orden que estaba establecido para antes de la pandemia.
Así se está viendo en Europa, donde el 71% de los consumidores se han visto obligados a recortar sus gastos ante el aumento de la inflación y ante la expectativa de que la crisis inflacionaria siga su curso. Así lo ha demostrado un reciente estudio hecho por IRI, en el que se analizó la situación de 6 de las economías más fuertes del continente.
El estudio demostró que el 58% de los europeos han cortado gastos esenciales para poder resguardar sus ingresos. Por otro lado, el 35% ya está teniendo que acudir a sus ahorros para poder cubrir sus necesidades mensuales.
A estos dos se le suma que el 47% de los consumidores planean reducir sus pedidos de delivery, sus salidas a comer a restaurantes y bares. Esto, como un claro indicador de que el consumo se está reduciendo.
Estos datos son un claro llamado de atención para saber a dónde se están dirigiendo las economías. La “fatiga inflacionaria” está llevando a que el consumo se reduzca drásticamente, lo que llevará a una ralentización de la economía y a una posible recesión que cada vez se ve más clara en el panorama.
Panorama pesimista para los europeos
Las expectativas pesimistas tienen su fundamento. Por más que los bancos centrales y los gobiernos han tomado sus medidas para combatir a la inflación, la realidad señala que este mal aún no está por acabar.
El invierno posiblemente encarezca a los precios de la energía y una escalada en la guerra puede seguir golpeando a la paupérrima estabilidad económica, por lo que una disminución del consumo es algo esperable. Así lo asegura Ananda Roy, vicepresidente de IRI.
“Es evidente que la disposición a gastar de los consumidores está sufriendo y es probable que la dirección del viaje empeore, con la probabilidad de que los precios aumenten aún más debido a los altos costos de los insumos y la volatilidad del precio de la energía”.
La analista espera que la tendencia en los próximos meses siga empeorando y se empiecen a ver más cambios en los modos de consumo europeos. En la actualidad ya están dando ejemplos de cambios, como por ejemplo el resurgimiento de los mercados de bajo costo y la demanda de ofertas.
Así se demuestra que Europa ha entrado en una etapa complicada que no se veía desde la década de los ’70 y ’80, cuando en varios países se tuvo que aplicar medidas de austeridad ante la crisis generalizada.
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